Posesión de M. P.
Julio 8 de 1910
Eterno amor y cariño sea entre vosotros
María Magdalena
Adelante, siempre adelante por el camino de la bondad y la ciencia. Se dirigió a su protegido declarándole lo mucho que le cuesta ahora y algo de otras existencias, diciéndole que la anterior a ésta, había nacido en Bilbao, siendo un horror su odio a los andaluces, causa por la cual esta vez nació en Andalucía; que había sido un derrochador de fortunas y por eso tenía que luchar ahora con tantas estrecheces;pero que si las llevaba resignado, pronto acabarían y aún formaría hogar, con felicidad.
Después le hice las siguientes preguntas:
- ¿El protector de un espíritu encarnado es responsable del mal que hace su protegido?
– Sí; si no le instruye a tiempo, previniéndole.
- ¿Cuánto tiempo hace que eres protector del hermano G.?
– Conforme a vuestros años, dos siglos: empecé a protegerlo siendo bilbaíno.
- ¿Estuviste tú al pie de la Cruz de Jesús en el Calvario?
-Sí; y Marta y María Cleofé.
- ¿No estuvo María, su madre?
–Sí, ya te lo dije.
Dio algunos consejos saludables a su protegido, y tomándome las manos, nos bendijo en nombre del Padre.
Al despertar la médium dijo:
- “Que había visto un camino estrecho y una mujer sentada en la orilla, muy demacrada, y lloraba, y le dijeron:
- ¿Ves? Esa es la madre de Jesús. Luego vio a éste crucificado, su madre al pie de la Cruz, la Magdalena, Marta y María Cleofé, lo que prueba que María de Nazaret estuvo al pie de la Cruz hasta el descendimiento.
A continuación se manifestó un espíritu en tinieblas y me dijo:
- “Que lo había traído el espíritu encarnado de M.P., que andaba por el espacio en compañía de grandes espíritus y le dijeron: escoge, y me trajo a mí”.
Respondiendo a mis preguntas, dijo que se había llamado Antonia Santamaría, que fue de Salamanca (España), que fue soltera y desgraciada, que padecía hacía cinco siglos y que era perseguida por el espíritu de su hija Elisa, a quien mató por no verse en la vergüenza, y la hizo seis pedazos y la tiró a un pozo y ella se suicidó. Dio consejos de amor, y, a mi pedido, se hizo venir al espíritu de su hija, que la perdonó, y movida al arrepentimiento, imploró e imploramos por ellas y vieron la luz, mostrándose muy contentas y agradecida
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