miércoles, 1 de febrero de 2012

EN LA CULPA ESTA EL CASTIGO - Amalia Domingo Soler - Extracto del libro, "Hechos que prueban"



EN LA CULPA ESTA EL CASTIGO


Hojeando los periódicos leí un suelto que me llamó vivamente la atención.

MENDIGOS DE OFICIO 

Hace pocos días fue recogido por la ronda correspondiente un individuo que sededicaba a implorar la caridad pública, y llevaba en su poder 7500 pesetas en billetes y monedas de distintos países.

Anoche fue conducida al Asilo del Parque una mujer andrajosa y sin domicilio, a quien se le encontraron títulos y obligaciones por valor de 8392 pesetas.

¡Qué historia tan horrible tendrán esos dos Seres!... cuando tienen que ir por el mundo cargados de oro mendigando el suplicio de Tántalo, que según la historia mitológica fue arrojado a los infiernos sufriendo un castigo horrible, que consistía en permanecer en medio de un lago cuya agua le llegaba a la barba y se escapaba de su boca cada vez que, poseído de una sed ardiente, quería beber de ella, y en estar rodeado de árboles frutales, cuyas ramas se elevaban hasta el cielo cada vez que, devorado por el hambre, llevaba la mano a ella para coger los frutos. Igualmente esos dos desgraciados llevaban encima de ellos el agua y la fruta madura y se morían de hambre y de sed: ¿qué habrán hecho ayer?

* * *

"¿Qué quieres que hicieran? (me dice un Espíritu), faltaron a las leyes divinas y humanas y hoy recogen la cosecha de la semilla que en mal hora sembraron. El mendigo que hoy implora la caridad pública, en una de sus pasadas existencias fue el prior de una comunidad religiosa inmensamente rica; el convento estaba situado en el campo, rodeado de muchas aldeas, cuyos habitantes venían obligados a dar al prior del convento el fruto sazonado y abundante de todas sus cosechas y lo mejor de sus ganados; y, ¡ay del que no lo hiciera!, pues lo excomulgaban y amenazaban con las penas eternas del infierno; y aquellos infelices, verdaderamente atemorizados, para no caer en pecado mortal, ofrecían humildemente al prior todo cuanto poseían con tal de alcanzar la gloria eterna, promesa que les hacía el prior siempre que le llevaban lo mejor de su hacienda. Y tanto abusó de su poder aquel hombre cuya avaricia no tenía límites, que llegó a ser el azote de aquellos pobres seres crédulos y sencillos que le consideraban como si fuera un verdadero santo. Pero todo tiene su término, y al fin dejóla Tierra el prior, dejando en ella bienes cuantiosísimos, y entrando en el Espacio tan pobre que no tenía un átomo de virtudes; no había en él más que vicios, y vicios incorregibles, pues a pesar de que su guía le hizo presente el error en que había vivido y que era necesario que desandará el camino recorrido, él ha vuelto a la Tierra repetidas veces, siempre ansioso de dinero, y aunque su expiación no le permite disfrutar de sus riquezas, él siempre procura atesorar, y va cruzando la Tierra sin tener nunca ni casa, ni hogar, siempre temeroso de que la justicia le arrebate los valores que consigue poseer,unas veces pidiendo limosna y otras por medio del hurto o del engaño, pero siempre viviendo del modo más miserable.

"Así lleva ya varias existencias y muchas le quedan aún, porque él bien conoce el mal que hace, pero el oro es para él la serpiente que se enrosca en su cuello y no le deja respirar. Ha hecho tanto daño por la adquisición del oro, que el oro es su verdugo.¡Infeliz! ¡Compadeced a los mendigos que entre sus harapos llevan el agua y la fruta madura que no calma su sed ni su hambre!

"En cuanto a la pordiosera que poseía una pequeña fortuna, ésa ha comenzado en su actual existencia el saldo de su cuenta. En su anterior encarnación era una joven muy hermosa, hija del pueblo, soñaba con ser una gran señora; conoció a un anciano millonario y empleó todas sus artes para entrar a su servicio, y ella era tan simpática,atrayente, tan cariñosa y tan expresiva, que se captó por completo el cariño del anciano,que la dotó espléndidamente; pero ella no se contentó con esto, consiguió que él hiciera testamento, dejándole su cuantiosísima fortuna, y después, en agradecimiento, temiendo que él se arrepintiera de su obra, compró a buen precio a un médico tan pobre de bienes materiales como de sentimientos humanitarios, y éste le dio un veneno que mataba lentamente sin que dejara huellas visibles en el enfermo, quien fue languideciendo, perdiendo la lucidez de su inteligencia, y en este estado se llevó al enfermo a viajar, y ya lejos de su patria lo dejó abandonado en un hotel, dejándole una cartera con algunos valores; mas como el anciano estaba completamente idiota, nada pudo explicar ni decir,y lo encerraron en un asilo destinado a los octogenarios, donde murió sin darse cuenta de nada; ella, entretanto, volvió a su patria y allí encontró el principio de su castigo, porque la familia del millonario le puso pleito, y se comió la justicia el fruto de su crimen.

"Murió poco menos que en la indigencia, y al llegar al Espacio encontró a su víctima, que la perdonó generosamente y la aconsejó que no siguiera por la senda emprendida, sino que, muy al contrario, se decidiera a saldar sus enormes cuentas  porque no era la primera vez que cometía tales atropellos. Siguió su consejo y en esta existencia ha encontrado medios para poseer un puñado de oro; pero no lo disfruta, no le sirve para nada útil; es esclava de unas cuantas monedas y vive sin vivir, porque no merece vivir tranquila la que pagó con tan negra ingratitud la generosidad y el cariño verdaderamente paternal que le brindó su protector, que era de alma noble y elevada."Razón tenías al decir que cuando se vive mendigando y se lleva consigo lo suficiente para satisfacer las primeras necesidades de la vida y no se las puede satisfacer, mucho se tiene que haber pecado.

"Comprended a esos infelices que sufren la peor de las condenas.

"Adiós".

* * *

Efectivamente; vivir a la intemperie, carecer de todo y guardar afanosamente lo que pudiera salvarle del sufrimiento, es ser verdugo de sí mismo; por eso debemos vivir dentro de la moral más estricta para no hacernos acreedores a ser los parias, los ilotas degenerados por los que nadie se interesa, que viven en la sombra, aquí y allá.

"Cuán cierto es que en la culpa está el castigo!



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