Erase una vez, contaba mi abuela. Que ocurrió un extraño encuentro. Iba nuestra protagonista deambulando por el bosque de las palabras, cuando. De pronto un curioso hombrecillo de orejas puntiagudas le hala el pantalón.
Ella le saluda con amabilidad, y decide proseguir su camino, total, que estaba acostumbrada a anda sola, la compañía ya le resultaría extraña. Pasos mas adelante el inquieto hombrecillo se le atraviesa saludándola de nuevo. Algo aburrida del camino decide ver que tanto quería.
Era un bastante extraño, algo difícil de precisar. Sin duda esas orejas puntiagudas y su caminar le decían que era un duende. Pero de alguna manera no se podían ver con claridad sus rasgos. Algo le nublaba la visión.
El duendecillo, no era algo común. En un bosque lleno de todo, un duende no seria algo extraño, sin embargo este tenia una sonrisa cautivadora, algo de inocencia, algo de picarda, y mucha tristeza en sus ojos. Como su viaje no tenia un destino fijo, se dejo llevar de la mano de el. "Ya veremos de que va todo esto", se dijo ella.
El duendecillo le sentó en una piedra, mientras la inundaba de preguntas. Ella, sin querer decir demasiado, también le pregunto un par de cosas. El esquivo las preguntas con mas preguntas. Y le cuenta como, el de suyo, era un camino sin final, que de tanto caminarlo las provisiones que había llevado se le agotaron. Y decidió sentarse un rato a ver que mas pasaba por el camino. Que muchos de los caminantes le entretuvieron bastante, pero que tenia muchas ganas de una cerveza.
Le contó de algunas de las cosas que había visto por el camino, y la bruja riéndose, le contó de muchas otras que ella también. De cuanta cosa rara podría aparecerseles por ahí. Y ambos compartieron esas experiencias, algunas muy cómicas, otras muy tristes. Algunas de ellas muy peligrosas.
- Hay quienes andan por este bosque muy perdidos. No saben como han llegado, pero peor aun no saben para que lo recorren. Andan ciegos, encerrados en su propia mente. Alimentándose de los pedazos de si mismos que se arrancan dolorosamente. - le comenta con tristeza la Bruja
- A mi me parece gracioso. - le cuenta el duende
- A mi no, me parece lamentable. Pero ya se que de nada vale intentar ayudarlos. Algunos gritan desconsoladamente de dolor, y sus gritos pueden hacer mucho daño a mis oídos. No quieren oir, no quieren ver. Otros intentan arañar a quien los quiere ayudar, por vicio o malicia, porque se siente con derecho de herir, al sentirse heridos, esos, creo son de los peores.
- Si, de los peores, pero no los peores - comenta el duende - Los peores son quienes los envenenan diciéndoles que su dolor no es una enfermedad, sino ellos mismos. Engañandoles para autojustificarse en su letanía. Así nunca salen del bosque, pero tampoco podrán nunca alimentarse de las letras que los rodean.
- Tienes razón duendecillo, has resultado una compañía interesante, pensé que ibas a ser solo una distracción en el camino, pero ya voy viendo el porque de nuestro encuentro. - le responde con una sonrisa de sorpresa la bruja - lo que dices es muy cierto. Los peores habitantes de este bosque son los que envenenan las letras y se las dan de comer a los perdidos de alma. guiándolos por ruedas interminables de pesar. Aun no entiendo realmente que ganan con eso, pues al hacerlo, ellos mismos se convierten en prisioneros.
- Son también victimas de si mismos, hey! he recordado que tengo un barril de cerveza por aquí, me acompañas a casa? - Y de la mano caminaron a la choza, donde un puerquito en crecimiento miro a la bruja inocente de su próximo destino. - Le engordo para navidades - le susurro el duende a la bruja.
Ya en casa, la bruja vio como la imagen del duende del bosque no era la misma se había hecho algo mas alto, pero igual ella podría ver mas allá. "Aquí hay algo mas que una conversación casual, ciertamente hay algo que descubrir".
El duende le invito un sándwich de pescado, bastante malo, y una jarra de cerveza. La bruja le ofreció aparecerle alguna otra cosa de comer o tomar, vino quizás, o chocolate. El duende se negó, para el eso era mas que suficiente y nada mas. Lo cierto era que el olor de pescado era casi insoportable. ¿Pero de donde podría provenir?
Ni al gato le hizo mucha gracia el pescado, lo miro con cara de resignación y en protesta dijo un "miau" como quien suspira para si mismo.
En las paredes de la casa, habían un par de docenas de pinturas.
- !Aja duende, con que eres artista!
- Si, si algo, dime sin reparos que opinas de ellas? por favor no mientas por ser amable, dime que piensas sin mentirme.
- No tengo porque mentirte, te diré la verdad aunque te enojes, solo espero que no te enojes.
- No lo haré, criticarme duramente por favor.
Viendo poco a poco cada imagen, la bruja fue entendiendo la verdad de ese encuentro, y fue dándose cuenta del verdadero corazón del duende. Pero prefirió no decirle nada, era evidente que podría espantarlo si el se daba cuenta de quien era ella y de cuanto podría saber de el solo por su arte. Así que se limito a irle criticando amablemente al mismo tiempo que iba pelando la cascara del duende, por decirlo de alguna manera. Pero para eso ella también tendría que ir enseñándole mas de si misma. ¿Quien descubriría a quien primero? La bruja sonreía, el reto era muy interesante.
A medida que hablaban de las pinturas, el duende iba dejándose ver un poco cada vez, rehuyendo en ocasiones, como para no dejar que se viera su real yo. Pero poco a poco dejaba caer el peso de su capa protectora. La Bruja se sonreía para si misma, el no lo sabia, pero era cada vez mas encantador.
En una de las pinturas aparecía una especie de frasco, con lo que podría haber sido un ser vivo adentro. Nada agradable de ver.
Chocante apariencia, pero intrigante. Acostumbrada a no dejarse llevar por las apariencias decidió que era el momento de no perder mas tiempo por lo que le dijo al duende.
- Porque no terminas de enseñarme lo que no quieres que vea?
- No se a que te refieres
- Si lo sabes. !Venga! !enséñame de una vez!
- Solo me criticaras por morbo insano, no te va a gustar y dirás malas cosas de mi.
- Sera que entonces he perdido mi tiempo contigo hoy? varias horas de conversación y no te das cuenta de quien y como soy? si el morbo fuese lo que me motivaría, estaría en el bosque intentando atrapar a alguno de los fenómenos extraños que se ven por ahí. No contigo, aguantando tu olor a pescado.
El duende lo dudo, y admitió que si olía algo feo. Es mas, en mucho tiempo nadie, excepto su gato, había querido acercarsele, o quedarse cerca de el por mucho rato. Sin embargo, eso de dejarse ver tal cual era, no había pasado por su mente. Lo dudaba y dudaba, pero el también sabia que ese encuentro no era nada ordinario. Respiro profundo y se armó de valor, para decirle la verdad.
- Yo no soy como tu o como los demás, yo vengo de un frasco, lleno de gelatina azul. Ahí crecí. Ahí estoy todavía.
- Si, esto que veo de ti no eres realmente tu, cierto? que es? tu mente? una proyección?
- No lo se, creo que solo una parte de mi que si ha logrado salir, pero el resto de mi sigue encerrado en el frasco.
- Supongo que una parte que ha salido porque ya no cabes en el, eres mucho mas grande. Y por lo tanto te encuentras encerrado e incomodo. ¿Has lanzado esta parte de ti al camino, buscando quien te ayude?
- No se que quiero.
- Entonces no se que darte. Quizás necesitas mas tiempo, puedo regresar luego.
- Es que no lo entiendes, en el frasco estoy yo. El frasco soy yo, no puedo dejarlo.
- Entiendo. Pero, no, el frasco no eres tu, tu estas dentro de el, y ya te queda estrecho e incomodo. Sin contar que si prolongas lo inevitable podría reventarse y cortarte, terminarías por hacerte mucho daño al no querer hacer lo que necesitas hacer.
- No es fácil. No conozco nada mas. No se ser nada mas. Soy lo que esta en el frasco. ¿Como vivir sin el gel azul?
- Te niegas a entender que la parte mas importante de ti ya salio. Lo comprendas o no en realidad estas afuera y estas adentro. Has salido al camino a buscarte a ti mismo, cuando siempre has estado en tu casa, encerrado en un frasco. Miras el bosque pero no puedes alimentarte de el, te ríes de los demás porque no te puedes ver a ti mismo. Te alimentas sin disfrutarlo porque apenas y te conoces. A tu alrededor apesta, y lo sabes, pero no haces nada para resolverlo. Dime, ¿cuanto tiempo mas seguirás así?
El duende quería llorar, pero no podía, estaba confundido y temeroso.
- Tu me atrajiste a ti. Procuraste llamar mi atención y me has traído a tu casa. Puedo ayudarte - Le dijo la Bruja con ternura - pero solo si lo quieres.
- ¿Y que debo hacer ahora?
- Vamos a donde tienes el frasco.
Llegaron y el olor era insoportable. La bruja quemo algo de incienso. La sensación de nostalgia, tristeza, perdida y abandono le pego directo en el pecho. Le recordó a ella misma todo lo que estaba pasando, y la razón por la cual ella decidió caminar por el bosque esa noche. Sus ojos se llenaron de lagrimas, pero no estaba ahí por ella, sino por el. ¿O quizás por ambos?
Con voz firme pero cariñosa le ordenó : - !Duende Sal del Frasco !
- ¿Pero como? esta tapado y cerrado no hay por donde. Tengo miedo.
- !SAL DEL FRASCO! nada te lo impide. Sienteme, siente esa fuerza que te llevo a tocarme en el bosque. Siente la confianza que me tuviste al traerme a tu casa. Soy tu amiga. Yo no te dejare solo. Pero tu tienes que dar el paso.
Poco a poco el duende salio estirándose fuera de la boca del frasco. la sustancia azul chorreaba por el piso con un olor nauseabundo. El duende estaba recubierto de escamas. Casi se resbala con el piso y el gel, pero la bruja le dio la mano. Con una sonrisa le ofreció una toalla. El Duende temblaba. y mientras lo hacia, las escamas se le caían al piso. al igual que una cola espinosa.
- Vaya Sr Duende, si usted es un tritón
- No no soy eso, soy un duende muy particular.
- Si, ya lo veo, nada común.
Y entre risas la piel vieja del Duende caía. Ya los ojos tristes se llenaban de luz, y su cuerpo encorvado iba tomando su verdadera estatura.
- Pero extraño el frasco. - Dijo el duende mirando hacia atrás - Todavía queda una parte de mi en el.
- No, el frasco es tu pasado, tu estas aquí completo. Nada queda de ti allá. De el queda en ti, solo el recuerdo. El recuerdo de cuando vivías encerrado e incomodo en ti mismo. No tienes nada que lamentar de lo que quedo atrás. mira como tu vieja piel se cae deslizándose. Y como tu ya te ves diferente y completo.
- Me siento raro. Este no soy realmente yo.
- Eres todo el tu que quieres ser en este momento. Paulatinamente te sentirás cómodo en tu nueva piel. Ya estas listo. Ahora aprende a respirar.
Y así lo hizo....
El duende salido del frasco era un hermoso ser de orejas puntiagudas, algo inseguro de su paso, y temeroso de respirar, pero la bruja sutilmente le ayudo.
Ya frente a la chimenea y mas tranquilo, el duende le dice.
- Hay algo que no te he dicho aun. Mientras ha pasado todo esto he visto en ti muchas cosas raras, has sido , a mis ojos, varias mujeres al mismo tiempo. A veces una niña inocente y picara, en otras una mujer experimentada y segura, llegaste a verte como una anciana reilona y sabia. Hasta llegaste a parecer un tigre en algunos ratos. No quise decir nada, porque apenas entendía que me sucedía a mi mismo. Te agradezco de corazón que me ayudaras y no se como pagártelo. Disculpa si abuso de ti una vez mas, dime, ¿Y tu quien eres?
- Soy solo una Bruja. una que te agradece el que la llevaras de la mano por el bosque. Hoy he entrado a pensar en mi misma, en mi tristeza y mis problemas. tenia una pesada carga y quería dejarla enterrada en el bosque. Pero quizás eso habría creado un mal árbol. Tu me has distraído del propósito que pudo haberme hecho daño. A medida en que te ayudé a salir del frasco tu me ayudaste a aligerar mi carga. Toqué tu corazón, solo porque tú tocaste el mio. Así que nada me debes. Somos amigos.
Escrito por Andrea Green.
20/12/2011