sábado, 18 de agosto de 2012
Vocabulario Espirita. Allan Kardec. Letra I
I
IDEAS INNATAS (idées innées). Ideas o conocimientos no
adquiridos, que traemos al nacer. Durante mucho
tiempo se ha discutido acerca de las ideas innatas, cuya
existencia combatieron ciertos filósofos que pretendían
que todas las ideas eran adquiridas. Si así fuese, ¿cómo
explicar ciertas predisposiciones naturales que a
menudo se revelan desde la más tierna edad e
independientemente de toda enseñanza? Los fenómenos
espíritas derraman muchas luces sobre esta cuestión. La
experiencia no deja hoy ninguna duda acerca de ese tipo
de ideas que encuentran su explicación en la sucesión
de las existencias. Los conocimientos adquiridos por el
Espíritu en las existencias anteriores se reflejan en las
existencias posteriores: por eso son llamadas de ideas
innatas.
ILUMINADO (illuminé). Calificación dada a ciertos
individuos que se creen iluminados por Dios de una
manera particular y a los que generalmente se considera
como visionarios o desequilibrados; se dice: «La secta
de los iluminados». Con esta denominación se ha
confundido a todos aquellos que reciben
comunicaciones inteligentes y espontáneas por parte de
los Espíritus. Si en ese número se han encontrado a
hombres sobreexcitados por una imaginación exaltada,
en la actualidad se sabe distinguir la parte real de la
imaginaria.
INFIERNO (enfer) [del latín inferna, compuesto de
infernus: inferior, que está abajo, por debajo;
sobreentendiéndose locus: lugar, lugar inferior]. Así
llamado porque los Antiguos lo creían ubicado en las
entrañas de la Tierra. En plural se usa casi solamente en
lenguaje poético o al hablar de los lugares subterráneos,
adonde –según los paganos– iban las almas después de
la muerte. Los Infiernos comprendían dos partes: los
Campos Elíseos, morada encantada de los hombres de
bien, y el Tártaro, lugar donde los malos sufrían el
castigo de sus crímenes por medio del fuego y de las
torturas eternas. La creencia relativa a la posición
subterránea de los Espíritus sobrevivió al paganismo.
Según la Iglesia Católica, Jesús descendió a los
Infiernos, donde las almas de los justos esperaban su
llegada en los Limbos. Las almas de los malos serán
precipitadas a los Infiernos. El significado de esta
palabra se ha restringido hoy al de morada de los
réprobos; pero como el progreso de las Ciencias
geológicas y astronómicas nos ha esclarecido sobre la
estructura del globo terrestre y acerca de su verdadera
posición en el espacio, el Infierno ha sido desterrado de
su seno y en la actualidad no se le asigna ningún lugar
determinado. En su estado de ignorancia, el hombre es
incapaz de captar las abstracciones y de abarcar las
generalidades; no concibe nada que no esté localizado y
circunscrito. Materializa las cosas inmateriales y llega
hasta rebajar la Majestad Divina. Pero a medida en que
el progreso de las Ciencias positivas va esclareciéndolo, 39
reconoce sus errores; sus ideas, que eran mezquinas y
estrechas, se amplían, y el horizonte del infinito se
extiende ante sus ojos. Es por eso que, según la
Doctrina Espírita, las penas del Más Allá no pueden ser
sino morales y son inherentes a la naturaleza impura e
imperfecta de los Espíritus inferiores. No existe un
infierno localizado, en el sentido vulgar que se da a esa
palabra; cada uno lo lleva en sí mismo a través de los
sufrimientos que padece y que no dejan de ser menos
punzantes por el hecho de que no sean físicos. El
Infierno está en todas partes donde haya Espíritus
imperfectos. (Véanse Campos Elíseos [ChampsElysées], Tártaro [Tartare], Paraíso [Paradis], Fuego
eterno [Feu éternel], Penas eternas [Peines
éternelles].)
INSTINTO (instinct). Especie de inteligencia rudimentaria
que dirige a los seres vivos en sus acciones, sin
intervención de su voluntad y en interés de su
conservación. El instinto se vuelve inteligencia cuando
hay deliberación. Por el instinto se actúa sin razonar;
por la inteligencia se razona antes de obrar. En el
hombre se suelen confundir las ideas instintivas con las
ideas intuitivas. Estas últimas son las que ha adquirido,
ya sea en estado de Espíritu o en existencias anteriores,
y de las cuales conserva un vago recuerdo.
INTELIGENCIA (intelligence). Facultad de concebir, de
comprender y de razonar. Sería injusto negar que en los
animales haya una especie de inteligencia y creer que
no hacen sino seguir maquinalmente el ciego impulso
del instinto. La observación demuestra que en muchos
casos ellos obran con un propósito deliberado y según
las circunstancias; pero esta inteligencia, por más
admirable que sea, está siempre limitada a la
satisfacción de sus necesidades materiales, mientras que
la del hombre le permite elevarse por encima de la
condición humana. La línea demarcatoria entre los
animales y el hombre es trazada por el conocimiento
que a este último le es dado tener acerca del Ser
Supremo. (Véase Instinto [Instinct].)
INTUICIÓN (intuition). Véanse Instinto (Instinct), Ideas
innatas (Idées innées).
INVISIBLE (invisible). Nombre con el cual ciertas personas
designan a los Espíritus en sus manifestaciones. Esta
denominación no nos parece acertada; en primer lugar,
porque si bien la invisibilidad es para nosotros el estado
normal de los Espíritus, se sabe que no es absoluta,
puesto que ellos pueden aparecérsenos; en segundo
lugar, esa calificación no tiene nada que caracterice
esencialmente a los Espíritus: se aplica igualmente a
todos los cuerpos inertes que no impresionan el sentido
de la vista. La palabra Espíritu posee por sí misma un
significado que revela la idea de un ser inteligente e
incorpóreo. Inclusive notemos que al referirnos a un
Espíritu determinado, como por ejemplo Fenelón, se
dirá: Es el Espíritu Fenelón quien ha dicho tal o cual
cosa, y no el invisible de Fenelón. Es siempre
perjudicial para la claridad y pureza del lenguaje no dar
a las palabras su propia acepción.
INVOCACIÓN (invocation) [del lat. in: en, y vocare:
llamar]. EVOCACIÓN (évocation) [del latín vocare, y
e o ex: de, fuera de]. Estas dos palabras de ninguna
manera son sinónimos perfectos, aunque tengan la
misma raíz vocare: llamar; es un error emplear la una
por la otra. «Evocar es llamar, hacer venir hacia sí,
hacer aparecer mediante ceremonias mágicas o
encantamientos. Evocar almas, Espíritus, sombras. Los
necromantes pretendían evocar las almas de los
muertos» (Academia Francesa). Entre los Antiguos,
evocar era hacer salir las almas de los Infiernos para
que atendiesen al llamado. Invocar es llamar en sí o en
nuestra ayuda a un poder superior o sobrenatural. Se
invoca a Dios por la oración. En la religión católica se
invoca a los Santos. Toda oración es una invocación. La
invocación está en el pensamiento; la evocación está en
el acto. En la invocación el ser al cual os dirigís os
escucha; en la evocación él sale del lugar en que se
encontraba para venir a vosotros y manifestar su 41
presencia. La invocación sólo se dirige a los seres que
suponemos lo bastante elevados como para asistirnos;
en cambio, se evoca a los Espíritus inferiores tanto
como a los Espíritus superiores. «Moisés prohibió, bajo
pena de muerte, evocar a las almas de los muertos,
práctica sacrílega en uso entre los cananeos. El capítulo
XXII del Segundo Libro de los Reyes habla de la
evocación de la sombra de Samuel por la pitonisa».
Como se ve, el arte de las evocaciones remonta a la más
alta Antigüedad; se lo ha de encontrar en todas las
épocas y entre todos los pueblos. Antaño, la evocación
era acompañada de prácticas místicas, ya sea porque las
considerasen necesarias o para ostentar el prestigio de
un poder superior, lo que es más probable. Hoy en día
se sabe que el poder de evocar no es de manera alguna
un privilegio: pertenece a todo el mundo, y todas las
ceremonias mágicas y cabalísticas no eran más que un
vano aparato. Según los Antiguos, todas las almas
evocadas, o se hallaban errantes o provenían de los
Infiernos, que –como se sabe– comprendían los Campos
Elíseos tanto como el Tártaro; esa expresión no tenía
entonces ninguna interpretación negativa. En el
lenguaje moderno, el significado de la palabra infierno
(enfer) se ha restringido al de morada de los réprobos,
de donde se sigue que a la idea de evocación se ha
venido a agregar –para ciertas personas– la de Espíritus
malos o de demonios. Pero esta creencia se desmorona
a medida que se adquiere un conocimiento más
profundo de los hechos; por ello es la menos extendida
entre todos aquellos que creen en la realidad de las
manifestaciones espíritas: no puede prevalecer frente a
la experiencia y ante un razonamiento exento de
prejuicios.
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